ARTÍCULO DE ALFONSO USSIA.
"De recluta, en el Campamento de Campo Soto, limpié muchas letrinas.
De pollo de barra a limpiador de letrinas. Me vino muy bien. De bailar
con inigualable armonía y agilidad el vals en las puestas de largo, a
barrer el suelo de mi Compañía. Me vino muy bien. De perder el sueño
por tonterías a no dormir por hacer guardia en la caseta de entrada al
campamento. Me vino muy bien. De vivir en mi casa con todas las
comodidades a dormir con doscientos tíos que olían a rayos, más o
menos como yo. Me vino muy bien. De ser alguien en el reducido círculo
familiar y amistoso a pertenecer a lo más bajo de la clase social de
aquellos tiempos. No se podía ser menos que un recluta. Y me vino muy
bien. De valorar el tiempo con el capricho y el margen que de mi
antojo salían a conocer la importancia y la buena educación de la
puntualidad. Y me vino muy bien. De hacer más o menos lo que me salía
de las industrias de los entreperniles, a ponerme en manos de una
disciplina férrea y, casi siempre, justa. Y me vino muy bien. Esa
disciplina aprendida en el Servicio Militar es la que me ayuda a
escribir todos los días, y a las mismas horas. Y supe, sobre todo, lo
que significa agradecer el buen trato cuando el que lo recibe está por
debajo de quien lo otorga. De ahí mi rechazo, fronterizo con el asco
personal, a todo aquel que abusa de su posición social o su dinero
para maltratar a sus subordinados. La familia de cada uno es la base
de la educación. Pero ésta no se completa sin la formación que se
recibe en los colegios y sin la disciplina y el establecimiento de los
valores y principios que se instalaban en cada uno en el paso
obligatorio por el Servicio Militar.
Fue el Partido Popular, con Aznar en la Presidencia del Gobierno, el
que terminó con la «mili» obligatoria. Se comprende, por cuanto él no
la hizo. Supuso un error. Como escribe José Antonio Vera, España no es
una nación tan rica y poderosa como para permitirse unas Fuerzas
Armadas estrictamente profesionales. Una fórmula mixta, reduciendo el
tiempo del Servicio obligatorio, se hubiese acercado más al éxito. No
es de carroza lo que escribo. Pero una buena parte de la falta de
educación que hoy exhibe un amplio sector de nuestra juventud viene de
la descomposición familiar, la nula disciplina escolar y la ausencia
de contacto y experiencia de nuestros jóvenes con el estamento
militar. Para lo bueno, como es conocer y compartir la vida con
personas de toda clase y condición, y para lo malo, limpiar letrinas,
que al cabo del tiempo, también es bueno.
Parece ser que de nuevo serán los soldados los que se encarguen de
limpiar los cuarteles y regimientos. El presupuesto no da para
contratas de limpieza. Y que serán también los que hagan guardia en
las puertas principales, porque el presupuesto tampoco da para
empresas de seguridad. Me entristeció, años atrás, ver la entrada
principal de la Academia General Militar de Zaragoza vigilada por
profesionales de una empresa. En esa misma entrada, entre otros, se
dejó la suela de sus botas, haciendo guardia, el mismo Rey.
No se calculó bien y ahora vienen las penurias. Pero a ver quién es el
guapo que le ordena a soldados profesionales que limpien las letrinas,
y que hagan más guardias sin cobrar las horas extraordinarias. De
aquellos polvos, estos lodos. Consecuencias del frívolo populismo"
TOMAD DEL FRASCO CARRASCO, INGENUOS, INSENTATOS Y NEFASTOS INNOVADORES...
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