Hacia la referencia del liberalismo en español
El Club de los Viernes nació una Nochevieja de una reunión de amigos en una pequeña ciudad al norte de España, y hoy cuenta con delegaciones en todas las provincias y con sedes en distintos países de América, tales como Argentina, Venezuela, Chile, Uruguay o Colombia.
Es la muestra más inequívoca de que las ideas liberales cogen de nuevo músculo, si es que alguna vez lo han perdido, frente a las corrientes populistas y nacionalistas que con gran ferocidad azotan los cimientos democráticos del mundo libre.
En oscuros tiempos de neomoralistas y el éxtasis de los populismos, nos debemos proponer reivindicar la cultura ante el analfabetismo por decreto, las embestidas de los indocumentados, los bárbaros y los cafres de siempre, que sólo cambian ligeramente con el tiempo y que Antonio Machado ya aseguraba que "envueltos en sus andrajos, desprecian cuanto ignoran".
Conocemos las trágicas consecuencias de las ideas totalitarias. En nuestro ánimo inconformista está la chispa que se rebela frente a las pulsiones de los que quieren cercenar derechos y libertades, cebando los engranajes de un Estado cada vez más autoritario y cuyo afán es controlar todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos.
Somos liberales, independientes, apartidistas, y defendemos el individualismo emancipador (y emprendedor) que hace oposición al colectivismo que agrupa a la sociedad en absurdos compartimentos de pensamiento uniforme para ser fácilmente pastoreada.
La vocación de ir contra los dogmas oficiales está en nuestro ADN, y en el momento que dejemos de ser entes pensantes para convertirnos en parte más del vulgo idiotizado por las soflamas de los políticos y la charlatanería, habremos perdido nuestra razón de ser.
Dentro de nuestro Club pueden convivir los liberales de tendencias conservadoras y aquellos más progresistas, basta con entender las bases que ya se muestran en el manifiesto fundacional: libertad individual, propiedad privada y estado limitado.
Frente a los nacionalismos de corte tribal, exabruptos supremacistas que ensalzan el hecho diferencial para imponer una visión identitaria y absurda de los territorios, El Club de los Viernes defiende los derechos de las personas con independencia del lugar de nacimiento, y sin privilegios. Ciudadanos libres sin agravios históricos, imposiciones lingüísticas ni teorías raciales. Los fanatismos étnicos siempre chocan contra las iniciativas democráticas de la sociedad civil, contra su propia ética.
De la misma forma, las creencias privadas no tienen repercusión alguna en la vida pública, y el liberalismo debe huir de doctrinas religiosas que traten de vertebrar moralmente a la sociedad, sea cual sea la religión que se profese en la intimidad. La separación de Iglesia y Estado fue una de las ambiciones iniciáticas de los Ilustrados y también de los liberales españoles que sacaron adelante sucesivas constituciones, con la oposición constantes de los absolutistas.
Somos un Club de trinchera y eso no quiere decir irracional ni estúpidamente belicoso: significa que estamos dispuestos a dar la batalla ideológica, ante una abrumadora superioridad de la ingeniería social que implanta de forma tiránica el marxismo cultural.
Es nuestro deber y nuestro orgulloso reivindicar, por ejemplo, el legado de los que se enfrentaron al absolutismo de Fernando VII. Esas algaradas triunfantes que darían fin al Antiguo Régimen.
Nuestras raíces combativas se remontan al liberalismo gaditano, al sacrificio de Mariana Pineda y también al general Torrijos y sus cuarenta y ocho compañeros fusilados en las playas de Málaga, inmortalizando Antonio Gisbert aquel alto coste que significa la lucha por la libertad. |
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