Cervantes y el Día del Libro
Que el día del libro sea otra cosa. No esta tristeza crónica, no un deje de falsa cultura sobre la cultura
Esta semana es el día del Libro. El día del libro que se pudiera hacer con una exposición de Quijotes y cuadros sobre el Quijote pintados por académicos y alumnos de arte. Para la feria del Libro, también. Claro que la Real Academia de San Romualdo, podría celebrar un solemne funeral el día 22 de abril, día del fallecimiento real de Cervantes, ya que, y está constatado: El filólogo cervantista Francisco Rico escribe: "En realidad, lo que anotó el libro de registros de la parroquia correspondiente (San Sebastián, en la calle de Atocha) fue lo regular para el caso: no la fecha del fallecimiento, sino la del sepelio, al día siguiente. Cervantes, pues, no murió el 23, sino el 22 de abril de 1616".
Murió, dejando pagadas, dos misas del alma, sólo dos, lo que declara la pobreza en que sumía la vida de su último año. La envidia astuta tiene lengua y ojos largos, decía ante la envenenada lucha entre él y Lope. Vecinos y amigos en tiempos, pero la vanidad de Lope era grande, y por el hecho de conocer el libro en 1604, hubo un soneto denigratorio poco después, Lope, familiar de la Inquisición, le tildaba de cristiano nuevo, ascendencia hebraica, como se aprecia en los tercetos que se leen: ¡Honra a Lope, potrilla, o guay de ti!,/ que es sol, y si se enoja, lloverá;/ y ese tu Don Quijote baladí/ de culo en culo por el mundo va/vendiendo especias y azafrán romí,/y, al fin, en muladares parará/
Lope será sospechoso de la autoría del Avellaneda, y suena peor todavía su valoración pésima de autor y obra: Ninguno hay tan malo como Cervantes, ni tan necio que alabe su Quijote.
Parece que la obra inmortal que se lee los días del libro en emisoras y televisiones, no tuvo tanto éxito, como para boyantizar su economía muy maltrecha, con las ansias de la muerte encima. Como recogerá en el Persiles, "Adiós gracias; adiós donaires; adiós regocijados amigos; que yo me voy muriendo y esperando veros presto contentos en la otra vida".
Me apena que, todavía, el hombre sea ése lobo para sí mismo. Lope lo enterraba en la ignominia, mal adivino de futuro y sin embargo Cervantes, cuya, según Don Antonio Maura, tumba difusa es todo el convento trinitario, sí se preocupó de sus cansados huesos. En el mismo Quijote, tomo II,
"De aquí sacarán mis huesos, cuando el cielo sea servido que me descubran, mondos, blancos y raídos, y los de mi buen rucio con ellos, por donde quizá se echará de ver quién somos..." (Quijote, II, 55). en boca de Sancho, viniendo de barataria, ¿Isla de León? O cuando pide que dejen reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote, y no se le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a otra parte, "haciéndole salir de la huesa donde real y verdaderamente yace" (II, 75).
¿Cómo lo recordamos hoy, en plena pandemia, con la barbaridad que copio: Almoguera, El Casar, Trillo y Torija, sedes de Campeonato de Recortadores 'Trofeo Don Quijote' .
Que el día del libro sea otra cosa. No esta tristeza crónica, no un deje de falsa cultura sobre la cultura. Degradados vamos, oé.
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