Publicado : 16 julio, 2024
Autor : Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes
Etiquetas : 2024, cincuenta, cincuentenario, El Flash, entrevista, ganadora, Letras, premio, relato, Vanessa Jiménez, Zuazo
Categorías: Convocatorias literarias
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Vanessa Jiménez Garrido (Madrid, 1977) ha sido la ganadora de la L edición del Concurso Internacional de Cuentos Puente Zuazo, una convocatoria muy especial al cumplirse el cincuentenario fundacional de un premio que, a día de hoy, es capaz de atraer la atención del suficiente número de participantes como para haber sumado este año más de un millar de relatos participantes. De entre todos ellos, «El flash», la creación de Vanessa Jiménez, fue la que el jurado consideró como merecedora del premio.
La Academia de San Romualdo ofrece una entrevista realizada a la escritora madrileña por esta misma institución para conocer más detalles tanto de la autora como del relato ganador. Expongamos primeramente que Vanessa Garrido es licenciada en Periodismo y profesora nativa de español en línea orientado a fines específicos profesionales: español médico, de negocios, de turismo y de relaciones internacionales. Cuenta con casi una década y media de experiencia dando clases de español dentro y fuera de España, sobre todo a adultos profesionales y jóvenes universitarios. Comencé su trayectoria con un máster en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera (Universitat de Barcelona) y un contrato como profesora en la sede de ONU en Nairobi (Kenia) allá por 2010. Durante tres años impartió a diario cursos diversos para profesionales de dicho organismo. En 2013 se trasladó a Sevilla, donde trabajó principalmente para CIEE (Council on International of Educational Exchange) y EUSA (Centro Universitario de la Cámara de Comercio de Sevilla), por lo que su especialización en adultos profesionales se amplió con un nuevo perfil más universitario y principalmente norteamericano. Ejerce actualmente en Caracas (Venezuela).
-El Premio Puente Zuazo ha alcanzado su L edición y usted la ha ganado con un relato tan bello como completo. En su historia existen ingredientes como el amor, el empoderamiento, el sacrificio por el trabajo, incluso referencias a creencias populares mágicas, lugares donde se desarrolla la historia a los que traslada al lector de manera admirable… ¿Cómo surgió la historia de «El flash» y la desarrolló hasta hacerla realidad en un cuento ganador y qué cuenta en ella?
¡Gracias por describirlo así! La verdad es que fue uno de esos relatos que sientes que has escrito con el estómago y el corazón, más que con la cabeza. Para empezar, me encantan los faros (y a quién no...). Yo tenía «fichada» a Cristina Fernández desde hacía años: era un personaje que aparecía de vez en cuando en la prensa por su profesión y por haber sido no solo una de las primeras fareras de España (primera en Galicia), sino prácticamente la última en retirarse. Siempre quise escribir algo sobre ella, pero necesitaba un enfoque. En 2022, cuando leí que le concedieron la medalla Emilia Pardo Bazán, volví a mis notas y por fin encontré el punto de partida: la muerte de su marido. Me parecía muy potente evocar la atmósfera de la vida en un faro, desde el duelo de una mujer para quien ese trabajo y su familia eran - y aún son- inseparables.
-En su currículum aparece todo un abanico de lugares en los que ha ejercido profesionalmente. Actualmente se encuentra en Caracas, pero usted ha estado en Kenia, pasando en España por Sevilla, Madrid… ¿Cómo le han marcado estas estancias tan dispares a la hora de escribir sus obras en general? ¿Qué lugares revisitó para hacer «El flash»?
Creo que en general viajar y sobre todo vivir en diferentes lugares amplía tu mente, fomenta tu capacidad de observación y adaptación a realidades, culturas y mentalidades con las que puedes identificarte o no, pero que te enriquecen y te hacen ver más allá de tus narices. Eso, llevado al campo de la literatura, te ayuda a vencer la tentación de escribir sólo sobre ti y sobre aquello que conoces. Para El Flash, revisité la Costa de la Muerte el verano pasado, con mi familia. Nos acercamos a Camariñas desde Finisterre y subimos al Cabo Vilán, cuyo faro es, por cierto, el primero que tuvo luz eléctrica en España. El lugar alberga un pequeño museo pero ese día estaba cerrado, así que solo paseamos por los alrededores. Hacía un viento tremendo allí arriba, es un sitio imponente y mágico.
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-¿Ser periodista favorece la labor del relato? Es una profesión que, por las vicisitudes que está pasando, deja 'vicios' de redacción en sus profesionales: construcciones gramaticales erróneas, palabras mal empleadas, anglicismos, limitaciones de tiempo y rapidez para ofrecer los contenidos…
La redacción periodística y la creación literaria son obviamente distintas pero comparten una herramienta poderosa que es el lenguaje y el reto de contar lo que se tiene que contar a través de él. Da igual si estás al servicio de los hechos o de una historia de ficción, el objetivo es el mismo: contarlo bien. Por eso nada es casual, ni en una noticia ni en un cuento. A pesar de esos vicios actuales que comenta, fruto de la inmediatez y la tendencia a popularizar el lenguaje, el buen periodismo escrito sigue existiendo, afortunadamente, y de hecho, a mí en «El Flash» me ha ayudado el trabajo de compañeros que en su momento realizaron entrevistas y reportajes de calidad a Cristina. En cuanto a cómo afecta mi formación a mis escritos, el ser periodista y profesora de español me hace ser un tanto maniática con el lenguaje: a veces tengo que ponerme freno porque podría estar reescribiendo eternamente en busca de la frase perfecta... Eso obviamente no puedes hacerlo en periodismo. Pero, fíjate, creo que ambos comparten algo interesante: la necesidad de sintetizar, de ir al grano, de condensar lo primordial. Algo que no pasa en la novela ni en la poesía, pero sí en el relato. Por ejemplo, una entradilla es a una noticia lo que el primer párrafo a un cuento: La esencia está ahí.
> «El ser periodista y profesora de español me hace ser un tanto maniática con el lenguaje: a veces tengo que ponerme freno porque podría estar reescribiendo eternamente en busca de la frase perfecta...»
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-¿Cómo conoció la convocatoria del Premio Puente Zuazo? ¿Tenía referencias de anteriores ediciones?
Lo conocía de oídas pero nunca me había presentado. Supe de esta edición a través de un portal de escritores y decidí enviarlo sin muchas expectativas, la verdad, porque imaginé que al poder enviarse por correo electrónico la convocatoria iba a ser multitudinaria, y de hecho así fue. Luego vino la sorpresa del premio y asimilar que había ganado en el cincuenta aniversario de uno de los concursos literarios más veteranos de España, si no me equivoco el más antiguo de Andalucía. A partir de ahí todo han sido conexiones preciosas, casi como vasos comunicantes en un cuento: que el premio viniera de Cádiz, que es una tierra a la que tengo un cariño especial y donde por cierto, Cristina estuvo trabajando en su juventud, en concreto en el Faro de Trafalgar; que en el jurado estuviera Ana Rosetti, gran escritora y poeta, uno de cuyos cuentos infantiles comparte editorial con el mío; que también fuera miembro del jurado y además leyera mi relato en la gala el filósofo Manuel Barrios (hijo de un escritor y periodista notable), y que fuera sevillano, además, como dos de mis hijos; que la institución acabara de celebrar el centenario de Luis Berenguer, que era de La Coruña pero afincado en San Fernando... La guinda del pastel fue la peripecia de localizar a Cristina Fernández (que no sabía nada ni de mí ni de la existencia de este cuento, mucho menos del premio) y compartir esta alegría. Para mí que ella lo leyera y que le gustara era la prueba de fuego...
-Usted se confiesa amante de la literatura infantil. En 2019 escribió el libro «Martín Pescador o la fábula de la pecera», en el que contaba la historia del pequeño Martín, que decide convertirse en pájaro para liberar a su madre de un montón de preocupaciones en forma de peces. «El flash» no es una historia de niños, aunque en ella está presente la familia y la infancia a través de la protagonista…
Sí, me gusta mucho la literatura infantil y juvenil y mis próximos proyectos van por esa línea, aunque si te soy sincera, Martín Pescador o la fábula de la pecera siempre fue, en el fondo, más un relato para madres que para niños, solo que lo disfracé de cuento infantil. El Flash efectivamente es un relato para adultos pero he disfrutado mucho leyéndoselo y hablándole de Cristina a mis hijos. Hoy en día cualquiera puede salir a hablar de igualdad con la seguridad de que está afirmando algo válido, socialmente aceptado, casi obvio (lo que no significa que no quede mucho por hacer). Pero hay que ponerse en la piel de una mujer de pueblo, allá por los años sesenta, que llevaba trabajando desde los catorce años y que se enamora del hijo de un farero y decide lanzarse a unas oposiciones donde por primera vez tienen cabida las mujeres. Dudo mucho que ella tuviera la palabra empoderamiento en la cabeza. Más bien lo que tenía era carácter. Cristina era y sigue siendo tenaz y apasionada. Hay referentes femeninos que hablan por si solos.
-¿Qué momento están viviendo el relato corto y los certámenes literarios que se convocan? ¿Gozan de buena salud y reconocimiento? ¿Qué tipo de lector cree que tienen los cuentos con respecto al seguidor de la novela o de la poesía?
Comercialmente el cuento sigue siendo un género menos favorecido que la novela pese a que no es un género menor, sino diferente. No todos los buenos novelistas son buenos cuentistas y viceversa. Pero más allá del mercado editorial, sí creo que vive un buen momento, en particular el microrrelato, supongo que porque es fácil y rápido, no de escribir (si es bueno), pero sí de leer, de difundir... Y porque la cuantía económica, si tenemos en cuenta el número de palabras, resulta muy atractiva. La facilidad del envío digital también abre el abanico e internacionaliza los premios, lo cual es interesante. En mi caso, los concursos son una magnífica excusa para ponerme un plazo y obligarme a materializar un proyecto. Casi siempre que compito lo hago por eso, más que por ganar, que suele ser difícil. En los concursos un relato no es infalible, por bueno que sea. Está sujeto a muchas fases, factores... en fin. A veces simplemente tiene un momento, un lugar, como casi todo en la vida. Estoy segura de que entre los mil textos que participaron en esta edición había relatos muy buenos.
En cuanto al tipo de lector por géneros, no sé si son tan diferentes, por lo menos los de cuento y novela... Yo desde luego intento leer las tres cosas. Para mí la novela es un viaje, el cuento un flechazo y la poesía una habitación con vistas al alma. No tienen por qué ser incompatibles, ¿no? (afirma sonriendo).
> «Para mí la novela es un viaje, el cuento un flechazo y la poesía una habitación con vistas al alma. No tienen porqué ser incompatibles, ¿no?»
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El Palmar. Conil, Cádiz, Andalucía. España
J. S. de Elcano
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