viernes, 5 de noviembre de 2021

RAFAEL DUARTE: Miedo.



PUENTE DE UREÑA

 

RAFAEL DUARTE

Miedo

 TELEGRAM 

03 Noviembre, 2021 - 01:36h

El miedo, en sí, no. Peor es el temor o la posibilidad de padecer de miedo. El miedo es una parálisis que impide pensar con claridad. El poder, desde Maquiavelo al menos, siempre ha apreciado al miedo más que al amor. El agorerismo actual lleno de profetas en caldereta, no pierden pie ni bola. Tsunami en Cádiz, terremoto previo, claro, hundimiento económico, paro, desesperanza, políticos utilizados por los votantes como venganzas…Agorero deviene del latín augurium, y significa acto de consulta a los dioses sobre el porvenir, y por ahora, se ha convertido en lo contrario, en el que anda siempre prediciendo males. Más agorero que el Apocalipsis, palabra griega que significaba revelación y ahora, más más que menos, el fin del mundo o catástrofe de extinguirnos, casi en un anticipo del Armaggedón.

Esto viene de antaño. Las especulaciones sobre el fin del mundo son, en realidad, muy viejas. Han vuelto a ser personajes asiduos en las páginas de la prensa Nostradamus, Dionisio el Exiguo, Satanás, el 'Libro del Apocalipsis', el número 666 y un sinfín de asuntos relacionados con las creencias más difundidas sobre el fin del mundo y con sus fechas temidas.

Cuando yo era pequeño, -soy más viejo que un reloj de sol- recuerdo que mamá vino de la Iglesia diciendo que se acababa el mundo. Ella no sabía por qué, sólo sabía lo que habían dicho. Pensé irme a la Iglesia, recibir el fin de los tiempos junto a Dios. O quedarme en mi casa. Rezando. Al final lo esperé en la calle. Donde un nublado espeso y algo ventoso el día, aventaron el conato de terror que, alguien, nos había provocado. Un amigo mío que estaba cuando la explosión de Cádiz en un colegio religioso, oyó decir a los sacerdotes que era el fin del mundo. El pobre se agarró a un Cristo cómo nunca después lo haría.

Después tuvimos el problema del año 2000, error del milenio, problema informático de ese año   causado por la costumbre que habían adoptado los programadores de omitir la centuria para el almacenamiento de fechas (generalmente para economizar memoria), asumiendo que el software solo funcionaría durante los años cuyos números comenzaran con 1900. El miedo consistió en que los sistemas informáticos pudieran fallar y provocar el caos y graves daños de todo tipo en los países y empresas. Apenas pasó nada, pero hubo decretos y alertas ante lo que pudiera haber sido.

Luego vino el calendario maya y el fin del mundo, puñetero mundo, en dos mil doce. Derivamos y devenimos de una amenaza a otra nueva. Pandemias hubo para despoblar la tierra. La de ahora sigue diezmando y matando física y económicamente. Y ahora nos sirven las redes sociales y las mentiras para crear, miedo, confusión, crispatividad, soledades y desamparos. Un americano, Lasch, elaboró una teoría por la cual ante el miedo, y ante la carencia de futuro social, los ciudadanos se repliegan a cuestiones meramente formales. Sin esperanzas de mejorar su vida en ninguna de las formas que verdaderamente importan, la gente se convenció de que lo importante era la mejoría psíquica personal: contentarse con los sentimientos, ingerir alimentos saludables, tomar clases de pilates o danza, imbuirse de la sabiduría oriental, caminar sin fin, trotar, aprender a relacionarse, superar el miedo al placer, que también existe gracias a las religiones, y vivir el día a día. Lo que implica un alejamiento de la política que beneficia a los políticos, que dejan de ser cuestionados y cuestionables.

Ahora, hay un sinfín de miedos que rodean a todos. El miedo a quedarse en paro o no salir de él. A no tener vivienda. A estudiar y no encontrar trabajo, a unas leyes laxas para la delincuencia, a empobrecernos, a no cobrar las pensiones. Miedo a gastar el poco dinero temiendo las subidas directas e indirectas de impuestos. Al clima y sus alertas. Al calentamiento global. Ayer la OMS alertaba de una nueva pandemia incontenible. Y una gripe aviar aterradora. Ahora amenazan con el gran apagón. Un chiste, el sentido del humor ya es un sinsentido, decía: Tuvimos que asustar a la población para tranquilizar a los mercados. Y la Isla es eso cómo todas las poblaciones. Dios tenga piedad de todos, de todas y de todes.

 




Con Fe no hay miedo a nada !!!
Antigua Catedral de Cartagena, Murcia, España. Hoy en ruinas....

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